Este es la segunda parte de una serie de 2 post. Aquí (insertar enlace) puedes leer la primera parte
Cómo Se Empieza de Verdad a Ser Data-Driven
Esto arranca desde arriba, siempre. Si la dirección no cree en esto, olvídate. Tiene que ser el jefe, la directora, el CEO, quien pregunte en cada reunión: “Perfecto… ¿y qué dicen los datos?”. Cuando el liderazgo lo exige, lo usa y lo prioriza, todo lo demás empieza a moverse.
Después viene algo clave: que todos entiendan el dato. Y no, no hace falta que todo el mundo aprenda Python o sepa hacer modelos de IA. Pero sí que sepan leer un dashboard, interpretar un KPI y entender qué significa una tendencia. Hoy las herramientas permiten que cualquiera, sin ser técnico, pueda ser data-driven.
Por supuesto, si no cuidas el dato, todo se cae. Lo digo mucho: si metes basura, sacas basura. Hay que dedicarle amor al dato. Limpiarlo, estandarizarlo, cuidarlo… como si fuera otro empleado más.
Romper los malditos silos también es urgente. Que marketing no hable con ventas, que finanzas no se cruce con operaciones… eso es el mayor enemigo del dato. Integrar todo en un mismo modelo es el primer gran paso.
Y no basta con tener dashboards. Tienen que ser parte de la conversación diaria. No están para decorar. Están para que alguien, en una reunión, se levante y diga: “¿Vamos bien? Veámoslo en el dashboard”. Esa es la diferencia entre tener datos y usarlos.
Después, si quieres, le metemos IA. Pero no antes. Primero BI, después IA. Primero saber qué ha pasado y qué está pasando… y luego sí: prever, anticipar, automatizar. Porque si no entiendes lo básico, la IA no te va a salvar.
Ejemplos Muy Reales (Y Muy Frecuentes)
En finanzas, te ahorras horas discutiendo por qué siempre se desborda el presupuesto en cierto trimestre. Lo ves con dos clics.
En comercial, ya no dependes del “yo creo” para saber a qué clientes puedes venderle más. El dato te lo dice.
En operaciones, cuando te preguntas por qué siempre hay retrasos en cierto proceso, la respuesta te la da un dashboard en planta.
En recursos humanos, en lugar de suponer por qué la gente se va en su segundo año, el dato te lo grita. Solo hace falta escucharlo.
Y en marketing… ahí la magia es brutal. Saber en tiempo real si la campaña está funcionando y si vale la pena seguir invirtiendo o no.
La Reflexión Final (Sin Rodeos)
Ser data-driven no es tener dashboards en Power BI. No es contratar una consultora. No es hacer un informe bonito.
Es cambiar la forma en que piensas.
Es dejar de adivinar y empezar a decidir con datos.
Y créeme, una vez que lo pruebas… no hay vuelta atrás.
La pregunta ya no es “¿Debería ser data-driven?”, sino “¿Puedo permitirme no serlo?”
💡 ¿Charlamos?
En Raona llevamos años ayudando a empresas a hacer este cambio. Si quieres, te cuento cómo lo hacemos. Sin compromiso. Charlamos de datos, de retos, de lo que quieras.