Octubre es ese mes especial en el que, en toda Europa, nos unimos para hablar de ciberseguridad y recordar la importancia de protegernos en el mundo digital. El Mes Europeo de la Ciberseguridad (ECSM) no es solo una campaña, sino una invitación a parar un momento y pensar: ¿realmente estamos haciendo todo lo posible para cuidar nuestra información, tanto en el trabajo como en casa? Desde Raona queremos sumarnos a esta ola de concienciación sobre ciberseguridad y, con un enfoque cercano y práctico, compartir algunas ideas y consejos sencillos de seguridad digital para que, entre todos, podamos navegar por la red con más tranquilidad y confianza. Porque, al final, la ciberseguridad es cosa de todos y empieza por pequeños gestos en nuestro día a día.
Contraseñas seguras y autenticación multifactor
Las contraseñas seguras son como la llave de casa: nos permiten entrar en nuestros espacios digitales, pero, si no las cuidamos, cualquiera podría colarse. ¿Te suena eso de poner la misma contraseña en todos lados o elegir algo facilito que recuerdes rápido? Tranquilo, no eres el único: es un error muy común, pero también una puerta abierta a los problemas. Incluso cuando nos esforzamos y creamos una contraseña fuerte, nada nos garantiza que no pueda acabar en manos equivocadas si, por ejemplo, hay una filtración o caemos en una trampa de phishing. Por eso, hoy en día lo más sensato es no confiar solo en la contraseña y añadir la autenticación multifactor (MFA). ¿En qué consiste? Muy fácil: es como ponerle una segunda cerradura a la puerta, usando algo que tienes (un móvil, un código) o algo que eres (tu huella o tu cara). Así, aunque alguien averigüe tu contraseña, tendrá mucho más difícil acceder a tu información. Adoptar la MFA es, sin duda, una de las mejores decisiones de seguridad que puedes tomar, y lo mejor es que es más fácil de lo que parece.
Teletrabajo seguro y movilidad digital
Hoy en día, trabajar en modo híbrido y tener acceso a la información desde cualquier rincón es algo que ya damos por hecho en la mayoría de empresas. Nos hace la vida mucho más cómoda, claro, pero también nos exige estar más atentos. Pongámonos en situación: estás en una cafetería, en el aeropuerto esperando tu vuelo o alojado en un hotel por trabajo, y aprovechas para conectarte a una red Wi-Fi pública. Parece práctico, pero ahí es donde pueden aparecer los problemas: estas redes, aunque cómodas, son terreno fácil para que alguien con malas intenciones se cuele y cotillee lo que haces o compartes. Por eso, si te toca trabajar fuera de la oficina, procura conectarte siempre usando una VPN; así, todo lo que envías y recibes viaja cifrado y seguro. Y si puedes, utiliza el portátil de empresa, que ya suele venir preparado con las medidas de seguridad necesarias.
- Bloquea la pantalla si te levantas en espacios compartidos.
- Evita guardar información confidencial en tu portátil personal.
- Mantén los ojos abiertos ante mensajes o videollamadas sospechosas.
Al final, moverse por el mundo digital con seguridad no es tan complicado: se trata de usar bien las herramientas que tenemos, de no dejar de aprender y, sobre todo, de aplicar ese sentido común que, muchas veces, acaba siendo nuestra mejor defensa.
Clasificación y etiquetado de la información
En nuestro día a día, no toda la información con la que trabajamos tiene la misma importancia ni requiere el mismo nivel de protección. Hay correos o documentos que pueden ser públicos, otros que solo deberían circular dentro de la empresa, y algunos que contienen datos especialmente delicados o estratégicos. Si tratamos toda esa información por igual, lo único que conseguimos es crear confusión y, lo que es peor, dejar huecos en nuestra seguridad. Por eso, merece la pena dedicar un momento a clasificar y etiquetar correctamente la información. Herramientas como Microsoft Purview en Microsoft 365 nos lo ponen fácil: gracias a ellas, los documentos pueden protegerse de forma automática según la etiqueta que les pongamos. Así, si un archivo está marcado como “Confidencial”, solo podrán verlo las personas autorizadas y, si alguien intenta enviarlo fuera de la organización, recibirá una advertencia. Más allá de la seguridad, este pequeño gesto nos ayuda a cumplir con la ley y a superar auditorías sin sustos. Al final, clasificar y etiquetar no es esa tarea pesada que a veces imaginamos, sino una manera sencilla de tener el control y la tranquilidad de que los datos importantes están bien protegidos.
Amenazas actuales: ransomware e ingeniería social
Las amenazas digitales están en constante evolución, cambiando cada vez que creemos haberlas entendido. Una de las más temidas actualmente es el ransomware. Imagina que, de repente, todos los datos de tu empresa quedan bloqueados y, para poder recuperarlos, te exigen el pago de un rescate. Esto puede provocar no solo que los servicios se paralicen y los empleados se queden sin poder trabajar, sino también que los clientes pierdan la confianza y que la reputación y el dinero invertidos durante años se vean comprometidos de un plumazo.
Por otro lado, la ingeniería social es como ese truco de magia en el que el ciberdelincuente intenta ganarse tu confianza para que bajes la guardia. A veces, basta con un correo que parece de tu jefe, una llamada urgente que te pide actuar rápido o un mensaje con un enlace sospechoso para que, sin darte cuenta, abras la puerta a un problema serio. En estos casos, la mejor defensa somos nosotros mismos: estar atentos, preguntar cuando algo no cuadre y seguir los protocolos establecidos puede marcar la diferencia y evitar muchos disgustos.
Cultura de seguridad y liderazgo
La seguridad digital va mucho más allá de programas y sistemas informáticos: es, ante todo, una cuestión de actitud y de hábitos diarios. Por eso, la cultura de seguridad dentro de una organización es fundamental para protegernos mejor. Al final, todos somos responsables, desde el compañero que acaba de incorporarse hasta la persona que lidera un equipo. Gestos sencillos, como cerrar la sesión al terminar de trabajar en un ordenador compartido, fijarse bien en quién nos escribe antes de contestar o avisar si detectamos algo sospechoso, pueden evitar verdaderos quebraderos de cabeza. Además, es esencial que los responsables y líderes den ejemplo, mostrando que la seguridad no es solo un requisito, sino una prioridad con la que todos ganamos. Cuando vemos la seguridad como una aliada y no como una molestia, conseguimos que clientes, socios y compañeros confíen más en nosotros y en nuestro trabajo.
¿Qué ocurre después de Octubre?
El Mes Europeo de la Ciberseguridad no debería verse como una simple campaña de un mes, sino como un recordatorio para todos nosotros: la seguridad digital no es algo que se resuelva en octubre y se olvide después. Más bien, es el punto de partida de un viaje continuo, en el que necesitamos estar siempre aprendiendo, adaptándonos y mejorando. En Raona, queremos acompañarte más allá de este mes, ofreciéndote recursos útiles de ciberseguridad, organizando charlas y talleres, y propiciando que compartamos entre todos esas pequeñas acciones que nos ayudan en el día a día. Nuestro objetivo, muy sencillo: que te sientas parte de una organización cada vez más preparada para afrontar los retos digitales, y que la ciberseguridad no sea una carga, sino una aliada que refuerza la confianza, la reputación y aporta valor real a nuestro trabajo.
La ciberseguridad comienza contigo y se hace fuerte con el apoyo de todos. Este octubre es una ocasión perfecta para pararnos, reflexionar y afianzar hábitos, pero sobre todo, para recordar que mantenernos seguros en el mundo digital es un compromiso que nos involucra a diario. Juntos, podemos crear un entorno más seguro para todos.